A fin de cuentas ellas eran lo que eran y solo podían dar lo que habían alcanzado ser. En algunos momentos, durante estos años, creyó que alcanzarían vislumbrar su luz y contagiarse, más siempre intuyó que no pasaría. Sus decepcionantes y miseras formas de despedirse fué la mano calma del grande animándola a no dar de su tiempo a ese tipo de gente. Ese tipo de gente que no la alcanzaba...
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