sábado, 29 de julio de 2017

Si te ofrecen espinas regálales flores.

Si, se que suena extraño pero siento que en y la vida y en las relaciones debe ser así.

Nuestra conducta no puede ser fruto de lo que otros merezcan o dejen de merecer. No, nuestra conducta es nuestro propio trabajo personal y una responsabilidad para toda la vida.

No tienes enemigos en realidad, todos son espejos donde mirarte y reconocer tus carencias o habilidades.

Recientemente me he dado cuenta de que cuanto más en paz estaba conmigo misma y con el mundo más personajes conflictivos aparecían en escena. Sentía dolor y no comprendía nada. Si tú eres armonía lo lógico es atraer armonía, pero no, yo no atraía personas pacíficas y amorosas, bueno, muchas sí, muchísimas personas maravillosas, a Dios gracias, pero otras parecían ponerme a prueba continuamente.

Estoy apunto de cumplir 38 años. Durante toda mi vida he vibrado en un ocho según la numerología. El ocho te ofrece miles de pruebas y obstáculos, cierto desorden y desubicación. Algo así como nadar contra corriente y sentir que no encuentras tu lugar en el mundo.

A partir de ahora hasta mi muerte vibraré en un siete. Esto quiere decir que seré mucho más consciente de todo, y poco a poco, mucho más sabía.

Os cuento esto por que estoy notando de forma casi desgarradora esta metamorfosis. Quienes me conocen saben que he pasado días sin poder moverme de la cama, días con extremo cansancio, días apartada de todo descansando en mi pequeña burbuja.

Ha sido algo así como el capullo donde se refugia la oruga para convertirse en mariposa.
Hasta hace muy poco reaccionaba mal ante las críticas o el desprecio ajeno pero desde hace un tiempo, no solo tengo más energía si no que ya no le doy importancia a los rechazos y malas formas.

No, he decidido restarles importancia. He decidido abrir mi corazón. Bueno, no ha sido una decisión, más bien un salto cuántico, una apertura de mi capacidad de amar incondicionalmente. No voy a tomar a mal las ofensas, no me sentiré herida. Tampoco desearé el mal ni despreciaré a quien me desprecie.

Estoy viviendo una auténtica transición de índigo a cristal y, aunque ha sido duro, es realmente precioso sentirse así. Libre de rabia, libre de odios, libre de todo lo que no sea armonía, paz y amor.

Entiendo que esas personas son mis maestros. Han venido a hacerme comprobar hasta donde soy capaz de amar y la respuesta es mucho. Estoy dispuesta a amar muchísimo y a ofrecer flores a quién me regale espinas.

Mil gracias por leerme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta esta entrada.