martes, 24 de abril de 2018

Y allí estaba yo

Y allí estaba yo,
emulando al que no siente nada,
implacable en mi forma de amarte,
intentando ablandar tus desplantes,
pues era obvio que no me querías.

Alegando alguna estupidez,
orondo en tu decisión,
sin el mínimo remordimiento
me hiciste suplicar tu amor.

Y como si fueses perito de mi alma,
dijiste que no era tal mi sufrir,
y yo yacia en la nada
ante tu indisputable control
y mil contusiones sentía
en lo más hondo de mi dolor.

Estupefactos los ángeles pues hacia ti,
no habia rencor...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta esta entrada.